martes, octubre 06, 2009

La homeopatía o el poder curativo del agua

¿Quién no odia la química? Continuamente somos bombardeados con informaciones o, muchas veces desinformaciones, al respecto de los peligros que entraña la misma. Contaminación ambiental, especies en vías de extinción, nuevas enfermedades… vaya, a la química se considera culpable prácticamente de casi todos los males del mundo.

La química es mala y, por extensión, también lo son los medicamentos, que no dejan de ser química aplicada. Esto nos lleva a la cuestión que nos ocupa: ¿por qué tomar pastillas, jarabes y demás pudiendo solucionar el problema por medios “naturales”? Además, ¿qué desventaja puede tener recurrir a una solución “totalmente natural” y nada agresiva? Esto es exactamente lo que nos vende la homeopatía, que se sitúa a sí misma lejos de medicina tradicional, tan inundada de todos esos “compuestos químicos artificiales” y, muchas veces, perjudiciales. Como pienso que no es recomendable creer nada sin entenderlo primero, ahondemos un poco en la homeopatía y sus fundamentos antes de cerrar los ojos y dejar que obre en nosotros su milagro.

Tras investigar los orígenes y evolución de la homeopatía llegamos a su segundo principio, que nos explica cómo funcionan sus tratamientos, y que dice así:
- Cualquier producto elaborado para administrar a un paciente consiste en una pequeña proporción de la sustancia activa, diluida repetidamente hasta que prácticamente no queda nada de ella en el preparado.
Los mismos homeópatas y defensores de esta práctica reconocen que al nivel de dilución al que se trabaja, ya no queda nada del principio activo en el preparado. ¿Cómo explican pues que funcionen sus tratamientos? Fácilmente: el agua o la sustancia seleccionada para realizar el preparado “memoriza las características de la sustancia activa evitando su toxicidad”.
¡¡¿CÓMO?!! Esta explicación es de un absurdo tan grande que cuando lo leí no podía creerlo, ¡EN PLENO SIGLO XXI! Sí, los defensores de la homeopatía lo reconocen, así, sin esconderlo ni disimularlo. Por si alguien todavía no se ha enterado: NO, las moléculas de agua NO tienen cerebro, ni por tanto, voluntad, así que NO pueden recordar nada, ni mucho menos elegir lo que recuerdan y lo que desechan. De hecho, si aceptásemos que esto puede tener algo de verdad ¿quién le dice al agua qué es la parte “buena” y cuál la tóxica? Además, según esta misma razón ¿serían las aguas residuales las mejores para beber? Siempre después de su correspondiente dilución. Cuanto más “camino” lleven recorrido mejor ¿no? Así, tras “diluirlas” debidamente, “recordarán” todo lo bueno de “todo” aquello con lo que han estado en contacto y nada de lo malo (aunque no creo que los microorganismos patógenos compartan esta forma de ver las cosas). Y pensar que después dedicamos tanto tiempo a elegir la mejor marca de agua embotellada en el supermercado. Pero, otra duda: ¿en qué momento hace “reset” al agua? Porque en la naturaleza sigue un ciclo, ¿en qué momento deja de recordar para volver a empezar?

Bromas aparte, para entendernos, estos remedios tienen menos efecto que si tiras una aspirina al agua de una piscina olímpica y, después de un trago, esperas a que te quiete el dolor de cabeza. Las sustancias están o no. Las moléculas de agua no se ven afectadas por la dilución de principios activos. Teniendo esto claro, ¿a alguien se le puede ocurrir tomar la homeopatía en serio por un solo momento? Puede haber quien quiera otorgarle el beneficio de la duda, o incluso defenderla, alegando un “elevado porcentaje de curación”. Esto podría estar bien de no ser porque el porcentaje de mejoría en pacientes tratados con placebos, es decir: con nada que pueda afectar a la mejoría de cualquiera que sea su trastorno; puede llegar prácticamente a un 50% en enfermedades psicológicas, o hasta un 20% en tratamientos del dolor, sólo por poner un par de ejemplos. Los estudios médicos pueden ser como las encuestas, si se llevan a cabo rigurosamente te llevan a conclusiones correctas, pero si lo prefieres puedes obtener el resultado que más te convenga.Así que, llamadme rara, pero prefiero dejar los actos de fe y los milagros para la Iglesia. Personalmente si alguna vez acudo al “médico” y me ofrece un “tratamiento homeopático” pienso salir corriendo tan rápido como me sea posible y, preferiblemente sin pagar.
Bibliografía:
Shang, A., Huwiler-Muntener, K., Nartey, L., Juni, P., Dorig, S., Sterne, J. A., Pewsner, D. & Egger, M. (2005). «Are the clinical effects of homoeopathy placebo effects? Comparative study of placebo-controlled trials of homoeopathy and allopathy». Lancet 366 (9487): 726-32.

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